viernes, 12 de agosto de 2016

Zahar Prilepin comenta el Limónov de Carrère

Emmanuel Carrère ha escrito un libro muy incisivo y, en su conjunto, atractivo. 
La parte más interesante : la propia voz de Carrère, sus observaciones personales al margen de Limónov.
De ahí que la Introducción, es decir, las primeras 30 páginas, sean las más interesantes.
A partir de ahí, pasa a exponer, casi al pie de la letra, los libros del propio Limónov (al principio con todo detalle, y luego de forma cada vez más precipitada), lo que a los lectores de Limónov resultará, evidentemente, un tanto pesado.
Carrère insiste en llamar a su libro “novela”, pese a que, por su forma, se trata de una biografía en toda regla: en él no hay nada que recuerde a una novela.
No es difícil comprender por qué lo hace Carrère, pues, al componer su libro no hace ninguna distinción entre el protagonista lírico de los libros de ficción del escritor Limónov y el hombre concreto llamado Edward Savenko.
Sin cuestionarse nada, Carrère rellena su relato con episodios de las novelas de Limónov, haciéndolos pasar, de una u otra manera, por acontecimientos reales. 
Para no cargar con la responsabilidad, es preciso llamar al libro “novela” y asunto resuelto. […]
Carrère habría podido entrevistar a los amigos franceses de Limónov y describir, al menos, su época parisina comparando la prosa de ficción con la realidad.

¡En París, decenas, por no decir cientos, de personas recuerdan perfectamente a Limónov y a Natalya Medvedeva, su compañera de entonces!

¿Por qué haber dejado pasar tal oportunidad de trabajar mínimamente con las fuentes originales?
No obstante, la principal objeción no es esa.
Carrère ha optado por la facilidad, exponiendo a su manera los temas más llamativos de los libros verdaderamente sugerentes de Limónov.
Hay que admitir que el ensordecedor éxito de su libro está relacionado, precisamente, con el hecho de haber escrito un libro ligero e incluso, no me asusta la expresión, sin rigor.
Hay algo más que me desconsuela: la superficialidad de muchas de las representaciones de Carrère sobre Rusia. 
El pobre Carrère especifica trescientas veces en su libro, especialmente para su lector europeo, que Limónov es un “vil fascista”, y después de eso, otras trescientas veces, con la más absoluta sinceridad, trata de explicar que a pesar de su “vil fascismo”, Limónov es un buen hombre:  compasivo, honesto y valiente. 
 
Otro ejemplo extraído del libro:

Carrère cuenta que enseñó una fotografía (de un grupo de Natsbols con Limónov en Asia Central) a uno de sus amigos. Precisemos que se trataba de ese período heroico, a mediados de la década de 1990, en que Limónov con un grupo de sus camaradas se había instalado en las aldeas cosacas, un poco como Razine y Pougatchev [jefes cosacos que durante los siglos XVII y XVIII se habían puesto al frente de las insurrecciones campesinas]. Una aventura apasionante que les supuso serios problemas con los servicios especiales. Al contemplar la fotografía de los Natsbol desnudos hasta la cintura, en pleno verano, el amigo de Carrère exclama: “¡Una banda de maricones, que se han largado lejos de Moscú para darse por culo y que nadie los vea!”.
Al relatar este episodio en su libro, Carrère no se muestra demasiado de acuerdo con su amigo, pero añade: “Y, sin embargo, ¿quién sabe?”.
Emmanuel, puah ! 
Usted ha pasado bastantes días con los representantes de un partido del que trescientos miembros han pasado por la cárcel, seis al menos han muerto en circunstancias trágicas, un millar ha sido arrestado alguna vez y cientos han sufrido tortura o palizas y usted escribe semejante bajeza.
Su amigo es o un bromista sin gracia o un imbécil, entonces, ¿por qué citarle?
La sorpresa más dolorosa  me esperaba al final de la obra, cuando Carrère explica con aplomo que Putin y Limónov son prácticamente lo mismo.
La base para tal conclusión es sorprendentemente simple: Putin había afirmado que solo un cabrón podía no lamentar el hundimiento de la URSS. ¡Y Limónov lamenta la muerte de la URSS! ¿Lo ve usted? ¡Todo encaja! 
¡Ah, sí! Putin, como Limónov, posó una vez en una fotografía en porreta y con un cuchillo. Para un europeo sensato, que condena toda clase de violencia (eso es al menos lo que a él le gusta pensar de sí mismo), se trata de un espectáculo detestable.
¡Eso es todo!
 
¿Comprenden ustedes?
Para el más inteligente, más sutil y más informado de los europeos preocupados por Rusia, cualquier opinión nuestra sobre el tema del hundimiento del país es un diagnóstico unívoco. Es más, un diagnóstico aterrador, definitivo.
El hecho de que Putin, que tanto se parece a Limónov, posea, según diversas fuentes, un patrimonio de cuarenta mil  millones de dólares, y Limónov nada de nada, no es más que un detalle sin importancia
Que Putin, a comienzos de la década de 1990 haya abandonado los servicios secretos, traicionando su juramento, para  conchabarse con el alcalde de San Petersburgo, Sobtchak, mientras Limónov, por el contrario, tratara porfiadamente de impedir el hundimiento del país durante el sangriento “Golpe de Estado” de Yeltsin de octubre de 1993, participando en cientos de mítines o en Transnitria, no es más que un simple detalle.
Que, en definitiva, Limónov sea un hombre de cultura humanista y un gran escritor, mientras que Putin, en muchos sentidos, sea su polo opuesto, tampoco importa. 
Lo esencial es que ambos añoran la URSS
…Sin embargo, pensándolo bien, ¿qué es lo que podía esperar de Carrère?
 
¿Acaso ha sido él quien ha decretado que el hundimiento de la URSS era una gran bendición, que la historia soviética fue una marea de crueldades y de porquerías sin fin, que el intento de plantearse los acontecimientos de Yugoslavia de forma diferente a la comunidad occidental era un primer paso hacia el fascismo y que Putin era un teniente diplomado en la KGB, el restaurador del Imperio y un peligroso militarista entronado?
Me pregunto si ha sido él.
Pero entre nosotros, todos nuestros maravillosos tribunos liberales (los nuestros, los hermanos, los que enseñan al pueblo desde hace lustros la actitud correcta con respecto a nosotros mismos y al país) piensan lo mismo.
                                                              ZAJAR PRILEPIN

[traducido a partir de la versión francesa publicada en http://www.tout-sur-limonov.fr/222318798]

domingo, 1 de mayo de 2016

UN LIMÓNOV ULTRANACIONALISTA, PRÓXIMO A LA EXTREMA DERECHA EUROPEA

Transcribimos la entrevista en Público de Ángel Ferrero a Edward Limónov, en la que el escritor ruso ahonda sus posiciones ultranacionalistas y se opone a la entrada de refugiados en Europa.

Limónov: "Europa no puede acoger a millones de inmigrantes; no es racismo, son extranjeros"

Limónov es sinónimo de polémica: escritor reconocido e incendiario, político odiado y admirado, 'nazbol' (nacional bolchevique) anti-Putin y, sobre todo, un referente en la joven Rusia conocido también mundialmente por su biografía escrita por Enmanuel Carrère. Aunque ésta es sólo la punta del iceberg de una personalidad apabullante que se dibuja en la entrevista exclusiva que dio a 'Público' en Moscú.


Eduard Limónov, escritor, líder del Partido Nacional Bolchevique y fundador de La Otra Rusia, en la oposición a Putin.


ÁNGEL FERRERO
MOSCÚ.- Sobre la repisa de la ventana descansa una limonka, como los soldados llamaban a la granada de mano soviética F1. Desactivada. De esa granada tomó su pseudónimo Eduard Savenko, más conocido como Eduard Limónov (Dzherzhinsk, 1943)

Limónov tiene enmarcadas en la pared varias fotografías de su visita a Bosnia durante la guerra, uno de los episodios más controvertidos de su vida que la novela biográfica de Emmanuel Carrère ha vuelto a dar a conocer. El escritor ruso, que a mediados de marzo hubo de ser hospitalizado por un grave problema de salud que no reveló pero que a punto estuvo de llevarle “al otro mundo”, según sus propias palabras, considera que ha dejado definitivamente atrás su faceta literaria y durante la entrevista, prefirió centrarse en cuestiones políticas. Limónov es sinónimo de polémica y esta vez no fue una excepción. Al fin y al cabo, tomó el nombre de una granada.
Board NOTICIAS Publicidad In-Text


Puede estar tranquilo, que no le preguntaré una vez más por el vídeo de Sarajevo con Karadzic…
...Karadzic no es para nada como lo presentan en Occidente; como alguien que no se sabía manejar con sus generales. Estudió en EEUU, era un intelectual, psiquiatra, poeta...
¿Cómo debería presentarle? Se le ha llamado neobolchevique, nacionalista ruso, fascista, provocador...
Mi partido se llamaba nacional-bolchevique. De ahí viene el término nazbol. Tenía elementos de izquierda y derecha. Y de ahí el nombre.
"Karadzic no es para nada como lo presentan en Occidente"
Su nombre ha vuelto sobre todo por la biografía de Carrère. ¿Se ve reflejado?
Es una interpretación de lo que fue mi vida, a partir de mis libros. Está lejos de lo que fue la realidad.
Se le consideró uno de los disidentes soviéticos más conocidos...
Mi vida fue suficientemente complicada. No me veo cómodo en ese patrón. Nacionalista, de izquierdas, de derechas, ya me he referido a eso. No fui un disidente en toda mi vida. ¿Qué disidencia? Yo siempre estuve a favor de la política claramente agresiva de la URSS, por ejemplo.
Ahora se habla de Mijaíl Jodorkovski o Zhanna Nemtsova como disidentes.
Nada que ver.
"Yo siempre estuve a favor de la política claramente agresiva de la URSS"
¿Cómo ve la literatura rusa actual? Escritores como Zajar Prilepin o Vladímir Sorokin...
No me intereso por la literatura. Prilepin es miembro de nuestro partido, La Otra Rusia.
En un artículo en 'Izvestia' ha descrito a Europa como un “anciano”.
Creo que es una idea exacta. Viví en Francia 14 años, 20 años en el extranjero, seis en Estados Unidos y 14 en Francia. Europa se compone de países viejos, más viejos que Rusia. Rusia es vieja, pero no tanto.

¿Cree que Europa puede salir de esa situación?
Veamos. Estamos sentados en primera fila. Pienso que lo que sucede ahora en Europa es un terrible error, un crimen: Europa no puede acoger a millones de inmigrantes. Son millones de extranjeros, con otras tradiciones, creencias... Esto no es racismo; son extranjeros. Dios puso a cada uno en su sitio, en su país, en su continente, no para que fueran paseándose de aquí para allá sin descanso.
En otro artículo ha calificado a Estado Islámico como una muestra de “nihilismo positivo” y a Europa de “nihilismo negativo”.
Sí, es nihilismo por supuesto. Aunque dije “nihilismo agresivo”, no “positivo”. Escribía para Izvestia, pero al cambiar a una dirección más pro-gobierno yo y una serie de autores pasamos a ser no deseados. Ahora escribo ocho artículos al mes para dos medios digitales: Svobodnaya Pressa (Prensa Libre) y Russkaya Planeta (Planeta Ruso)
"Estado Islámico se hace llamar 'califato'; es un Estado, no un grupo terrorista, y en Rusia y Occidente mezclan ambas cosas"
¿Le importa si vuelvo a la pregunta anterior?
Estado Islámico se hace llamar “califato”. No es fácil de describir. Es un Estado, no un grupo terrorista. En Rusia y Occidente mezclan ambas cosas. Se trata de una lectura apocalíptica y sectaria del islam. Parten de viejas revelaciones de Mahoma. No son una broma. Tienen a su propio califa, Al-Baghdadi, que se proclama descendiente de la tribu de Mahoma, los quraysh. Según su interpretación, el califa auténtico ha de ser un quraysh. Con él llega el fin del mundo, el apocalipsis, la batalla contra Roma, como llaman a a la civilización europea, en territorio de Siria, donde se proclamará el califato.
Usted fue uno de los defensores del llamado eurasianismo tras el desplome de la URSS. ¿Cómo ve esta idea hoy?
El eurasianismo fue una idea de emigrantes rusos que vivían en Praga en los treinta. Todo eso son viejas ideas que ahora pertenecen a los archivos. Pensaban que Rusia debía continuar el dominio de Gengis Khan. Pero cometieron un error: se orientaron al libro de La historia secreta de los mongoles, pero ese libro era en realidad una falsificación. Y esa idea se fue, se marchó, ya no inspira a nadie; es archivo, es libros, cosas de ancianos... Ahora está la idea del mundo ruso (russky mir) de la que hablo. Se trata de unir a todos los rusos bajo un mismo Gobierno. Cuando en el año 1991 Rusia vivió una revolución burguesa, 27 millones de rusos se quedaron fuera de las fronteras de Rusia. Sólo en Ucrania fueron doce millones. En Kazajistán, seis millones. Ante eso, ¿qué tarea tiene Rusia? Ya se lo he dicho: el eurasianismo es una estimable vieja teoría. Una utopía.
"Putin no estaba contento con Crimea; él era feliz con los Juegos Olímpicos de Sochi, la niña de sus ojos. Miles de millones de dólares invertidos en aquellas construcciones"
¿Sustituye el mundo ruso al eurasianismo?
Es algo más que eso. No niega nuestro carácter asiático. Está ahí, en cada uno de nosotros. No es una renuncia. Primero están nuestros hermanos en las repúblicas de Ucrania y Bielorrusia. La tarea es más fácil: unir a Rusia, Ucrania y el norte de Kazajistán. Según una estadística oficial, cuatro millones de rusos viven en Kazajistán. En realidad, son más, estoy convencido, porque ahora no sale a cuenta inscribirse como tal en el censo.
¿Cómo ve la situación en Ucrania?
Ucrania es un país que Occidente no quiere entender. Que en Donbás viven rusos, rusoparlantes, era obvio por sí mismo: un lenguaje, en concreto el ruso, era el hablado por el 94% de la población. Hay rusos que viven en Ucrania, en Donbás, y luego está el Donbás ruso. No hay ninguna diferencia con los rusos que viven al otro lado de la frontera. En la ciudad de Shajty, en el óblast de Rostov del Don, vive la misma gente que vive en Donetsk, hablan la misma lengua, con el mismo dialecto del sur de Rusia. La insurrección en Donbás no la organizó Putin, al contrario. Fue espontánea. Él no estaba contento con eso, no estaba contento con Crimea. Él era feliz con los Juegos Olímpicos de Sochi, la niña de sus ojos. Miles de millones de dólares invertidos en aquellas construcciones. Y por el contrario, resultó que lo importante era el problema de Crimea, el referendo. Allí, 2,5 millones de habitantes son rusos. Los tártaros de Crimea son unos 200.000. Su porcentaje, en comparación, es poco.

¿Cómo ve el futuro de las repúblicas de Donetsk y Lugansk?
Los acuerdos son una muestra de cobardía rusa. ¿Qué hizo Rusia allí? Se ciscó en la revolución en Donbás, la estropeó. Rusia apartó a los líderes independientes. Quienes no fueron expulsados para crear las condiciones fueron asesinados. Rusia hizo de la República Popular de Lugansk y de la República Popular de Donetsk pequeñas moscovias. Llevó allí fuerzas especiales, oficiales y asesores rusos y ahí, por así decir, se terminó la revolución, porque cuando comenzó a llegar la ayuda entendieron que iban a convertirse en Estados satélite, vasallos de Rusia. Eso es muy grave.
¿Considera que Alexander Zajárchenko e Ígor Plotinski están al servicio de Rusia?
Completamente. Actualmente, esos gobiernos viven bajo la égida de Moscú y hacen lo que les dice Moscú. Por supuesto, sus habitantes no pueden regresar a Ucrania. Luego está el deseo de volver a integrarse en Rusia. Y entre ambos media un abismo.
¿Cree que el conflicto podría extenderse a otras zonas de Ucrania?
Járkov no consiguió unirse a partir del momento en que Kiev consiguió enviar allí a sus nacionalistas. Ahí se acabó la revolución. Yo viví en Járkov muchos años, es una gran ciudad, muy intelectual, con cerca de dos millones de habitantes, la segunda mayor ciudad de Ucrania después de Kiev. No es en absoluto ucraniana. En mi época uno podía recorrer la ciudad durante todo el día y no oír ni una frase en ucraniano. No es una ciudad ucraniana, nunca lo fue.
"Después de 1991, después de Gorbachov y Yeltsin, Europa interpretó el papel de conquistador de Rusia y Rusia lo aceptó"
Se organizó una iniciativa para proclamar una República Popular de Járkov.
Era una iniciativa partisana, clandestina. No reunía a una cantidad suficiente de gente. Todo lo que podían hacer era intentar poner las cosas en marcha.
¿Cómo ve el conflicto entre Europa y Rusia? ¿Cómo cree que podría resolverse?
Después de 1991, después de Gorbachov y Yeltsin, Europa interpretó el papel de conquistador de Rusia y Rusia lo aceptó. Cuando había que elevar la señal de alarma en algunas decisiones de la ONU u otras cosas, contra la decisión de bombardear Yugoslavia o Irak, Rusia no hizo nada. Estaba dominada por los liberales y el enorme impacto mental de Europa y EEUU. Por eso Europa quiere que volvamos a la situación en la que Rusia vivió desde 1991 hasta 2014, hasta Crimea. En 2014 se produjo un giro radical. Nuestra nación, nuestra gente, siempre estuvo a favor de una Rusia fuerte. Al final tomó las riendas y recuperó Crimea. Eso no le gustó a Europa. ¿Qué piensan que van a hacernos las sanciones? Los rusos son muy obstinados y cuando empiezan a dictarles las cosas se rebelan. Tengo entendido que los españoles también son así. Y nuestros gobernantes entendieron que esa política patriótica, que esa política nacional, que prima los intereses nacionales, le comporta popularidad.

¿Las sanciones no funcionarán?
[Ríe] Creo que nada funcionará. El ruso es un pueblo muy orgulloso. Históricamente mostramos nuestro orgullo al no entregar a Leningrado. Nosotros no tenemos pretensiones hacia otros países, ni siquiera los bálticos. Pero tenemos a rusos que, equívoca y criminalmente, abandonamos más allá de nuestras fronteras en el 91. Allí viven mal, se quejan. Pero no todos pueden salir de allí.
"¿Qué piensan que van a hacernos las sanciones? Los rusos son muy obstinados y cuando empiezan a dictarles las cosas, se rebelan"
¿Y cómo pretendería unificar ese mundo ruso?
Realizando un referendo, como en Crimea. Ése es el camino correcto. El referendo es una muestra de la voluntad popular. Se encuentra hasta en la ONU. La población de un territorio, una nación, tiene el derecho a escoger su gobierno. En 1991 la URSS se dividió en fronteras administrativas. De hecho, fue prácticamente un acomodo con los pueblos y grupos nacionales. Fuera de nuestras fronteras se quedaron seis millones de rusos en Kazajistán y 12 millones de rusos en Ucrania. En Kazajistán, por ejemplo, se encuentra Uralsk, una vieja ciudad fundada por los cosacos de Yaik. Allí fue donde arrancó en 1773 la insurrección de Pugachev. ¿Ha oído hablar de Pugachev, verdad? Es una vieja ciudad rusa. ¿Por qué se encuentra ahora en Kazajistán? Todas las ciudades que bordean la frontera en Kazajistán son ciudades rusas. Siguen viviendo rusos allí. No nos hace falta Alma Atá. Pero que nos devuelvan nuestras ciudades, donde siempre vivimos. Los kazajos nunca tuvieron ciudades, eran un pueblo de nómadas. Ni siquiera son mayoría. De los 17 millones de habitantes de Kazajistán, si uno tiene en cuenta el resto de nacionalidades que aún viven allí, los kazajos probablemente sean la mitad.
Querría preguntarle por los partidos europeos que piden normalizar relaciones con Rusia...
No soy miembro del Gobierno y no puedo responderle. ¿Que quieren buenas relaciones con Rusia? Estupendo. Fantástico. Es una cosa con futuro. Pero yo estoy por esa idea que ya defendí en un vídeo hace veinte años, que se encuentra en un vídeo y en varios artículos. Recientemente desenterraron un vídeo de 1992 en el que digo qué hacer con nuestros conciudadanos rusos: tomar Crimea, tomar Donbás. Y ahora la gente lo ve con los ojos como platos. Pero nuestro partido no tenía entonces capital político. Y ésa era nuestra percepción. Entonces ya lo recomendábamos, teníamos nuestro programa de partido, en el 94, donde escribíamos todo lo que hace ahora Rusia, como la amistad con China. Todo eso ya lo escribíamos en el 93.
"El referendo es una muestra de la voluntad popular que se encuentra hasta en la ONU. La población de un territorio, una nación, tiene el derecho a escoger su gobierno"
Tuvo relaciones con el Frente Nacional francés...
Conocí a los Le Pen cuando viví allá, y más tarde aquí, en los noventa, con Zhirinovski. Pero tampoco demasiado. Me interesó, ahí vi algo con futuro. La burguesía francesa no es revolucionaria. Ellos fueron los primeros en llamar la atención sobre el problema de la migración, y mire cómo ha crecido este problema ahora. Pienso que este tema tiene muchas perspectivas políticas.

Hay quien dice que Le Pen tiene posibilidades de ganar las elecciones presidenciales...
Puede ser. Pero está Sarkozy, que es un político astuto y sabe ver estas cuestiones y moverse en consecuencia. Y el establishment político podría actuar para que Le Pen no consiga la presidencia.
"En los Le Pen vi algo con futuro. La burguesía francesa no es revolucionaria y ellos fueron los primeros en llamar la atención sobre el problema de la migración"
¿Y otros partidos de ultraderecha en Europa?
Mire, existe una vieja frase del zar Alejandro III, quien dijo “Rusia sólo tiene dos aliados, su ejército y su flota”. Nosotros no esperamos ayuda de nadie. ¿De quién? Un gobierno tan grande como el nuestro necesita su propia defensa. Si quieren... Es importante que ganemos nuestro conflicto interno contra los liberales, que Putin se decida contra ellos. En política yo me considero un hawk (halcón), ya lo sabe.